“Buscar lo que no puede ser pensado”.
Con esta frase tan inspiracional, pero etérea y sublime, el catedrático de arte dramático Jorge Eines (jorge-eines.com) nos propone en su libro Repetir para no repetir, desarrollar las habilidades necesarias que debe poseer un buen actor teatral. “LA ACCIÓN descubre y pone nombre a lo inexistente, a lo que no estaba antes y, a partir de ahí, el actor aprende a construir el personaje”. “LA ACCIÓN rompe la copia con lo real como paradigma”, “ Escapar de la PALABRA para entrar en ella a través del cuerpo”, o “La PREGUNTA descubre los matices donde se encuentra la verdad”, son algunas de las afirmaciones que Eines realiza en el texto de este interesante y profundo tratado teatral que recomiendo leer. Vale tanto para la escena como para la vida fuera de ella.
Siempre me ha gustado practicar el teatro, la música y otras artes ̶ digámoslo así ̶ humanistas, y con Eines yo buscaba descubrir nuevos resortes de los que tirar a la hora de escribir mis novelas, mis ensayos literarios o los relatos cortos a los que habitualmente dedico mi atención, de modo que decidí apuntarme. La escuela está situada en el barrio de Chamberí, justo al lado de Popland, una tienda de artículos curiosity & retro que, ya de por sí ella sola, da para escribir algo interesante. La fachada lo dice todo.
Lo que yo en realidad buscaba en La Escuela de Eines era encontrar un kit mágico, un decálogo de instrucciones para ponerlo inmediatamente en práctica. Deseaba disponer de una pócima secreta que contuviese los específicos precisos para poder utilizar una técnica que ̶ como un alucinógeno ̶ disparase mis neuronas y me abriese a nuevos mundos. A los de una imaginación sin horizontes ni límites visibles. Pero, amigo, nada que contenga valor, ni el buen vino o la cocina más esmerada, se consigue con prisas. Eso ya lo sabía, y una nueva manera de ver al actor construyendo el personaje desde la acción no es tarea fácil, de modo que pensé: <<Me toca trabajar, descubrir y aprender. No es un mal plan>>
No oculto que, de entrada, a mí como escritor, su teoría de LA ACCIÓN sobre LA PALABRA me sugiere un conflicto tanto en el plano profesional como en el metafísico, que espero resolver ̶ entender, para ser más preciso ̶ con la práctica:
El profesor Eines sostiene que LA PALABRA es un espejo plagado de etiquetas y conductas aprendidas, a través del que vemos lo que nos rodea ̶ como Platón en la Cueva o Descartes en mi novela Los Demonios del Espía ̶ , y que, para ver “la otra parte de la realidad”, es preciso ignorar , jugar y preguntar. Como niños. Se trata, por tanto, de dejar que el cuerpo actúe y guíe a la mente, no al revés. Entonces ̶ me pregunto ̶ , en el caso de que eso sea posible: ¿Quién manda aquí, el escritor (que es el padre legítimo del texto) o el actor (que es quien se la apropia como un okupa y la interpreta)? ¿Quién es el dueño del relato? ¿O es que no existe solo un relato y un solo dueño?
Por eso, para entenderlo desde la práctica y extraer el valor de sus enseñanzas, todos los sábados, a las once en punto de la mañana, los nueve alumnos a los que nos dirige Carmen Vals, atravesamos el portalón del número quince de la calle Monteleón para bajar a nuestro santuario ─una especie de catacumba parisina que se cuelan por el subsuelo hacia la plaza de San Bernardo─, y al llegar al primer rellano de la hondonada, dejamos allí los oropeles de nuestra apariencia en nuestro mundo real para ─ ignorantes, pero advertidos ─, reunirnos con ella en la sala de ensayos.
̶ <<Menos hablar y más hacer>>, nos dice siempre Carmen al poco de comenzar los ensayos, y yo pienso: ¡Por Dios!, ¡Es tan difícil contener la palabra!…
En esos momentos me viene a la cabeza la frase que un día le escuché decir a un experimentado profesional de consultoría (trabajaba en una de las Big Four) dirigiéndose a un esforzado joven becario recién incorporado a la firma:
̶ Mira chaval, a moverte tú me ganas, pero a estarte quieto no.
Y, es que, es verdad, es tan difícil contener la PALABRA para dejar que sea la ACCIÓN la se imponga en la escena, que solo un buen actor experimentado es capaz de conseguirlo.
Pues en eso estoy ahora, descubriendo y aprendiendo desde la ignorancia. No me parece un mal comienzo y, desde luego, de lo que sí estoy seguro, es que será un excelente ejercicio para la mente.